viernes, 13 de noviembre de 2015

EDITORIAL
Lic. Ramón Lora

Un periodismo para informar
o para desinformar


El periodismo, desde sus orígenes, es un postulado que fue creado para informar, orientar y educar. A menos, esa es la teoría que ha prevalecido por siempre en el mundo.

También tiene sus reglas estructurales, vale decir, la pirámide invertida que ordena la información por su importancia en orden descendente y las interrogantes clásicas que son: ¿Qué ?, ¿quién?, ¿cuándo?,  ¿dónde?, ¿cómo? y ¿por qué?.

En la pirámide invertida los datos más importantes deben estar en la entrada o en el “lead”. Este es un vocablo de origen inglés que establece que lo más impactante debe estar resumido en el primer párrafo, esa es la entrada clásica; o en un "lead combinado", en los dos primeros párrafos.

En el caso de las preguntas clásicas, estas permiten que la información llegue completa a los receptores para que estén bien informados.

Sin embargo, después de la aparición de las redes sociales y el periodismo ciudadano, estas estructuras han variado mucho y algunas historias no son presentadas completas.

En los medios electrónicos, los datos se ofrecen sin ningún tipo de formalidad y esto provoca que los receptores se queden ansiosos esperando más informaciones.

Así, por ejemplo, recordamos una historia sobre un incendio que dejó pérdidas millonarias y la muerte de una persona. En el último párrafo, decía, en el fuego también falleció un ciudadano, esto es, como si tratara de un dato secundario. Parece que el redactor no recordó o no sabía que en periodismo el interés humano prevalece por encima de todo.

Ahora que tenemos las redes, el periodismo ciudadano y los medios de comunicación en progreso, que forman parte del pluralismo informativo, lo más interesante sería que sean usadas tomando en cuenta los postulados de sus raíces, que, como señalamos anteriormente, son informar, orientar y educar.

Sabemos que existe un afán de informar primero, dar el “palo periodístico”, pero este propósito puede resultar peligroso si no presentamos los hechos ordenados y con precisión.

También sabemos que existe la concentración de la prensa, la autocensura periodística, el periodismo por encargo y que los intereses políticos, sociales y económicos influyen en la política editorial e informativa de los medios de comunicación.

Aunque la objetividad pura no existe en periodismo, todo aquel que informa debe aspirar, por lo menos, a emitir sus historias con equilibrio, veracidad y coherencia.

Aprovechemos las prerrogativas que nos ofrecen las tecnologías, la ciencia y la información, pero tratemos de usarlas con profesionalidad, delicadeza y respetando la dignidad humana, la paz pública y el interés social.

Así, tendremos, un periodismo para informar y no para desinformar.

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