martes, 5 de abril de 2022

Anécdota del Día del Periodista: Rafael Monsanto confunde coditos con camarones

EL inquieto periodista Rafael Monsanto se movía incesante en el salón de recepciones del otrora Hotel Santiago Camino Real, donde la Asociación Interamericana de Hombres de Empresas ofreció un almuerzo a los periodistas con motivo del Día Nacional del Periodista en el año 1983.

• Rafael Monsanto

Monsanto, de figura enjuta y estatura normal, llegó a bordo de su “apreciado” Yamaha 80, color rojo chino, su “compañero” de tantas aventuras nocturnas en recodos de los suburbios de la parte baja de la ciudad, en los cuales buscaba francachelas y damiselas. Aún, “El Viejo Mon”, como también le llaman algunos amigos, hace  alarde de sus encantos para atraer  “féminas”. Incluso, habla de cifras…

Para esa época, Monsanto estaba muy bien ataviado. Vestía una chaqueta color azul celeste, pantalón y zapatos negros, su faz mestiza bien rasurada y de su barbilla pendía una barba tricolor (rojiza, blanca y negra), con un estilo puntiagudo (peinada hacia delante), que llamaba mucho la atención.

En realidad, las actividades sociales forman parte del quehacer cotidiano de los periodistas y de los comunicadores. En estos ambientes, se producen chistes y situaciones que se convierten en historias, agradables, algunas; y desagradables, otras.

A ese tenor, “El Viejo Mon”, serrano de pura sepa, fue protagonista de una acción que todavía recuerdan con estupor algunos periodistas y comunicadores que estaban a su lado en ese momento.

Para ese encuentro, definido como “fraternal” por el empresario Domingo Valle, presidente de la Asociación,  se preparó un menú muy exquisito y muy atractivo. La actividad fue a “casa llena”, como dice el refranero popular.

Serían las 2:00 de la tarde, cuando el periodista Carlos Ramírez Báez, maestro de esa ceremonia, de manera muy pausada, convocó a los presentes a disfrutar del “suculento manjar”.

Desde la fila, Monsanto observó que había platos muy singulares, entre ellos, uno que parecía camarones en salsa roja.  Muy llamativo, por cierto.

Cuando le tocó el turno de servirse, tomó una gran cantidad de los supuestos camarones, cubrió gran parte de su plato y se dirigió muy jubiloso a su mesa.

Cuando se prepara para llevar una porción a su boca, se dio cuenta que eran coditos y, ese momento, sorprendido, expresó: “Que vaina, son coditos y no camarones”  

Carlos Núñez, uno de los periodistas que compartía la mesa con él, al ver su decepción, le dijo: “Anjá, no me digas, está bueno que te pase por ambicioso”.

Luego, Monsanto, que ya se había “aplomado” unos tragos, rápidamente volvió a la mesa, pero, esta vez, actuó como un auténtico dominicano. Tomó un plato y lo rebozó de moro negro, con lonjas de pollo a la crema y dos porciones de ensaladas.

Posteriormente, se dirigió a su mesa y degustó felizmente su almuerzo. Después de todo, bien lo dice el proverbio: “Nunca deje un camino real por una vereda”.

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• Esta anécdota está contenida en el libro “Anécdotas de Periodistas y Comunicadores de Santiago", de la autoría del periodista y abogado Ramón Lora.


 

 

 

 

 

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